lunes, 29 de julio de 2013

Lo bueno de los viejos tiempos

Abro el correo y me encuentro las últimas adquisiciones de Pili. Colecciona muñecos antiguos que adquiere en ferias de desembalaje. Las fotos hablan por sí solas y recuerdan tiempos pasados. Alguna vez le mencioné que me encanta la porcelana antigua, así que seguramente por eso, también me ha enviado un regalo en forma de juego de café que perteneció a su madre.





Las fotos de Pili me transportan al libro, recientemente leído, de Natalia Fellonera, El despertar de la Señorita Prim. Me ha dejado un estupendo sabor de boca. Representa ese ideal frustrado (en mi caso al menos), de llevar una vida muy diferente a la que marcan estos tiempos estresantes y emocionalmente indiferentes en los que vivimos. Ahí va un extracto…

A los ojos de los visitantes, San Ireneo de Arnois parecía un lugar anclado en el pasado. Rodeadas de jardines repletos de rosas, las antiguas casas de piedra se alzaban orgullosas en torno a un puñado de calles que desembocaban en una bulliciosa plaza. Allí reinaban pequeños establecimientos y comercios que compraban y vendían con el ritmo regular de un corazón sano. Los alrededores del pueblo estaban salpicados de minúsculas granjas y talleres que aprovisionaban de bienes las tiendas del lugar. Era una sociedad reducida. En la villa residía un laborioso grupo de agricultores, artesanos, comerciantes y profesionales, un recogido y selecto círculo de académicos y la sobria comunidad monacal de la abadía de San Ireneo. Aquellas vidas entrelazadas formaban todo un universo. Eran los engranajes de una comunidad de pequeños propietarios que se enorgullecía de autoabastecerse a través del comercio, la producción artesanal de bienes y servicios y el encanto de la cortesía vecinal”.

San Ireneo… ¿podría parecerse a Arreau? Me gusta imaginarlo así…






lunes, 22 de julio de 2013

Por fin... verano!!!

A pesar  del dulce aletargamiento del verano,  sigo sacando momentos para la aguja y el hilo. Es por eso que se  agradecen los pequeños proyectos. Esta semana me he entretenido con unos baberos, y he revoloteado también por las estanterías seleccionando telas para unos monederos que, seguro encuentran nuevo propietario en Navidades.




En cuanto a los baberos, envolveré un par de ellos en papel de regalo para María. Espera su segundo nieto para dentro de unos meses. Esta vez será una niña, así que planea felizmente una bonita colchita para la bebita. 



Yo, aún conservo la mantita de mi cuna. Es azul, con un conejito central. En aquella época el sexo del bebé era una incógnita hasta el último momento; supongo que a eso se debe el color…



lunes, 15 de julio de 2013

Fábulas con moraleja

Mediodía de domingo envuelta en el aroma de los tilos en flor y perdida entre las páginas de un libro. De repente, una voz me saca de mi ensimismamiento: “Oye chavala, ¿conoces la fábula de la lechera?”. Levanto perezosamente la mirada y me encuentro con un sonriente abuelo apoyado en su muleta y con ganas de charla. 


Me enterneció su audacia, pero me fastidia ser interrumpida mientras leo, y lo `peor del caso, es que me ocurre continuamente. Me cuesta rechazar esas conversaciones impuestas, y me suelo plegar a la cortesía de escuchar. Le respondí que la conocía, esperando poder volver a la lectura, pero no funcionó… y la recitó al completo. Al parecer, conocía toooodas las fábulas de Samaniego. Por un momento caí en la desesperación al recordar que había escrito más de 100, pero terminada su declamación, procedió a retirarse. Alabé su buena memoria y se alejó buscando escuchantes más propicios.


Me pregunto si algún día, cuando sea muuucho más mayor, también abordaré a desconocidos en el parque, para abrumarles con mi charla acerca de cuándo cosía y hacía mantitas de patchwork o anillos de botones como los que acabo de fotografiar… 






lunes, 8 de julio de 2013

Entre Flores

Paseábamos por una tranquila zona sembrada de bonitas casas, cuando nos topamos con estos insólitos habitantes de jardín merecedores de acompañar a Audry Tatou en Amelie


La expresión de sus caras parece definir posturas antagonistas ante la vida: la rana sonriente y optimista al sol y el gnomo enfadado con el mundo por una nimiedad.  Real como la vida misma. No es más feliz quien más tiene, sino quien sabe disfrutar de las cosas sencillas a su alcance. Sí, seguramente la felicidad es, en gran medida, cuestión de  actitud.

Aprovecho la entrada para actualizar la colcha de retales que, de alguna manera, también recuerda a un jardín multicolor. Tengo ganas de acabarla, pero cuando el tiempo es bueno, siento la “llamada del verano” que  me lleva a pasar más tiempo fuera de casa. 



Antes me refería a los sencillos placeres… hace sol y la temperatura es buena para un  paseo con helado.  Marchando uno de coco y avellana…!




lunes, 1 de julio de 2013

Terrazas Urbanas

A Lola le gustan todos los lugares cómodos y mullidos, así que no ha podido evitar la tentación de probar el nuevo sillón de la terraza. Eso sí, aún no se ha dado cuenta de que el cojín no lo he hecho pensando precisamente en ella, sino en mis sobremesas. Tendré que explicarle que, mientras sea verano y luzca milagrosamente el sol, después de comer, nos trasladaremos a la terraza para tomar un té con algo dulce. 


Si Lola tuviera opción de elegir, sin duda preferiría la terraza de Pili, con vistas a su querido y aromático parque, en el que todo huele maravillosamente bien; desde el césped en el que se revuelca alegremente, hasta la última de las papeleras. Pili comparte esta foto de sus vistas, con un primer plano de su jardín de cactus. Tienen un aspecto tan simpático que, a pesar de las púas dan ganas de abrazarlos.


La tela del cojín la compré hace años en Gacela y me hice un foulard que aún uso. Con lo que me quedó, corté el cojín aplicándole una matrioska, que a su vez es resto de un bolso hecho hace un par de años




La tela de Gobelino con matrioskas y estas otras, las encontramos  en La Ferme d´espiau, una tienda de objetos de decoración “ambiente de montaña” en Luchón. Había preciosas e irresistibles telas de tapicería aunque a precios astronómicos.


Se hace tarde, es hora de cerrar esta entrada y hornear algo rico para el té de la tarde. La terraza nos espera: Lolaaa, ¿dónde estás?