lunes, 24 de junio de 2013

Pretty purses

Los monederos, son proyectos mini, pequeños logros de rápida factura con  los que perderse en estas tardes lluviosas. Porque sí… sigue lloviendo en este ingrato verano de Bilbao.

Las boquillas las compré en Etsy que es como la cueva de Alí Babá o El Corte Inglés: lugares en los que se encuentra casi  de todo. 


Aunque me haya quedado con alguno, los hago sobre todo para regalar: sustituyen a esas palabras de consuelo a veces tan difíciles de encontrar, alegran un mal día  cuando alguien abre el buzón y se encuentra con un abultado sobre sorpresa… También me encanta ver cómo asoma su cara, una sonriente matrioska al  buscar las llaves en las profundidades del bolso, o  cuando al pagar en la panadería observo que alguien lo mira con un interés próximo a la codicia



En  cuanto a tutoriales, mi mejor guía es la de u-handbag Y para evitar desilusiones, conviene probar primero con un patrón en tejido liso. Emulando a los grandes de la costura, podemos corregirlo, de forma que  el monedero se ajuste a la boquilla. Conseguiremos el diseño deseado sin desperdiciar tela. 











lunes, 17 de junio de 2013

Buscando tesoros

Reconozco mi pasión por los mercadillos.  Son lugares llenos de vida y con una magia especial. Desde bien pequeña siempre acompañaba a mi madre; ella nunca encontraba nada que le gustara pero le parecía gracioso ese afán mío de buscar tesoros.


Sigo igual… Ayer nos acercamos  a dar una “inofensiva” vuelta…  y voila!  Me topé con un puesto de zapatillas.  Irresistibles modelos de Victoria a 5€. Así que… no se me puede culpar de haberme comprado dos pares, verdad? 



Más adelante apareció un gran puesto de telas. Cierto que no había algodones apropiados para patchwork pero abundaban  las sedas artificiales, lanas y paños de espiga, gabardinas, acolchados varios, forros y hasta un maravilloso tejido de barbour. En esos momentos entro en una especie de trance y no  puedo resistir a la tentación de comprar. La ardilla de Ice Age debe sentir esa misma emoción cuando se encuentra frente a un montón de avellanas: locura por apropiarse de todas ellas.



Continuamos el paseo; yo feliz saboreando futuros proyectos y mi comprensivo marido cargando bolsas. Acabamos el recorrido  con una pequeña compra más y canturreando  muy a nuestro pesar la cancioncilla que sonaba en el puesto cercano mientras elegía las telas:   “Veeeen a brindaaaar con vino griego de mi tierra natal, el vino rojo que me hará recordar un pueblo blanco que dejééééé detrás del maaaaar…..” Socorrooooo! Aún hoy José Vélez sigue cantando a pleno pulmón dentro de mi cabeza!






lunes, 10 de junio de 2013

Los comienzos...

Comencé en el Patchwork hace tan sólo tres años con un cojín de Log Cabin. Después de la clase, lista de materiales en mano, corrí a comprar las telas y me dejé aconsejar… Desgraciadamente, la labor resultó una mezcla de color pobre y poco afortunada.



Aunque el cojín fue desterrado al apartado “a-ver-qué-hago-yo-con-ésto”, la técnica me gustó por su sencillez y vistosidad. Por ello, tras acabar unos acericos y una bolsa con corazones aplicados, me lancé a un proyecto un poco más ambicioso y empecé… una colcha!



Como quería una mantita alegre y primaveral utilicé un panamá blanco sobre el que bordé corazones rosas rodeados de lunares, cuadritos, flores… todo ello en verde, rosa y blanco. Me encantó ver como crecía bloque a bloque.




Las fotos me traen a la memoria la novela de Tracy Chevalier “La joven de la perla”: el pintor Vermeer descubre el talento de Griet para interpretar la luz y el color cuando ve sobre la tabla, las verduras que ella ha picado para la sopa; cebolla, lombarda, nabos y zanahorias dispuestos circularmente, en un equilibrio de color que hace que los tonos armonicen y “no luchen entre sí".

Y es, precisamente ahí, dónde reside el secreto de una bonita labor de patchwork, verdad?

lunes, 3 de junio de 2013

El Arte de lo Pequeño

Empiezo a estar harta de esta lluvia que lo impregna todo. El tiempo es “trending topic” en todas las conversaciones adondequiera que voy. Añoro el sol, los vestidos de verano y las  sandalias, los helados, salir a pasear con Lola al parque con un libro-almohada y descabezar sin complejos una mini siesta al sol. La realidad por el contrario, me dice  que no guarde los jerseys de lana y que siga sacando brillo a mis botas de invierno.


Por todo eso vuelvo al verano pasado aunque sólo sea por un rato, a las vacaciones en Cádiz, al tapeo, a los mojitos por la noche y en lo que al patchwork se refiere, vuelvo a los puestos de telas del mercadillo de Jerez y a unos baberos que hice en tiempo express…